La pareja es una empresa tan emocionante, como compleja. Se reviven vínculos tan intensos como con nuestras figuras de apego, nuestros padres o cuidadores. Es en este contexto emocional donde encontramos las bases para poder establecer con nuestra pareja otros modelos de relación más sanos que los que quizás hemos tenido en la infancia, mantenerlos en el tiempo y extrapolarlos hacia otras personas.

Además, es una oportunidad de oro para delimitarse como un sistema propio con respecto a  la familia de origen, nuestros padres, con sus propios límites, roles, valores… Permitiéndonos crecer en pareja.

Según caminamos por la vida en pareja pasamos por diferentes etapas vitales (noviazgo-compromiso­-crianza-hijos adolescentes-nido vacío-etapa del final de la vida) las circunstancias cambian, esas circunstancias (trabajo, aficiones, amistades, convertirse en madre o padre, duelos…) hacen que cada miembro de la pareja cambie, así como sus necesidades.  De modo, que en ocasiones llegamos a momentos de crisis donde reivindicamos que nuestras necesidades sean tenidas en cuenta y respetadas. Esto, en realidad, es positivo. Es el primer paso.

El contexto terapéutico te brinda un espacio donde poder mirar de frente al otro para contarle tus heridas, tus necesidades y tus dudas. Para poder explicarle que es lo que necesitas para crecer. Y también para escucharle.

¿Podremos encontrar un marco de acción donde ambos nos podamos desarrollar?; ¿Podremos compaginar nuestro rol como padres con nuestro rol como pareja?; ¿Podremos encontrar un canal de comunicación donde no nos tiremos los trastos a la cabeza?; ¿Podremos ayudarnos a seguir creciendo? ¿Llegaremos a disfrutar del sexo como lo hacíamos antes?…

Estas son algunas de las cuestiones que trataremos en terapia.

No siempre se decide seguir juntos, esa es una decisión que toma cada pareja. Mi trabajo entonces consistiría en acompañar a ambos en su proceso de duelo, integrando el dolor por el fracaso de una relación fallida, trabajando porque las emociones de tristeza e ira que inevitablemente se desencadenan no desborden al adulto y por tanto, al entorno y los hijos, si los hubiera